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domingo, 5 de octubre de 2008

[10] Campamento – Esfera Energética: Isabel “La Gata” Reyes

Un silencio mortal cubría ese día las ruinas de una de las mega-ciudades que alguna vez albergó a miles de personas. Ruinas apiladas unas sobre otras en una orgía post-moderna de biomasa, culturas y propaganda corporativa: el sueño de cualquier habitante de una de las colonias de la esfera que debe mentir, robar, extorsionar y matar para mantener su status, sea viviendo en una caja de plástico en un corredor abandonado, o en el cuarto de reuniones de la junta regente de la colonia.

Pero ese día esas ruinas habían oído lo que hacía siglos no oían, ese día habían oído vida que desesperadamente buscaba destruir o vivir, y que súbitamente se convertía en un silencio mortal que el silbar del viento acobijaba entre estos restos de la civilización más avanzada que la Tierra había albergado.

En medio de una esquina, tres Mekas se encontraban trabados en lo que parecía una insoportable discusión silente. Como si de estatuas se tratase, ninguno de los tres Mekas se movía. Un Jian X-1 y un Ryu Z-9 del Régimen, junto a un Oso de la Esfera, se apuntaban unos a otros con armas diseñadas para destruir todo a su paso: un rifle láser, una escopeta de asalto y una pistola de choque se miraban unas a otras buscando cumplir el rol para el que habían sido creadas.

“¿Cuál es el problema de este tipo?” se preguntaba la Gata dentro de la cabina de su meka Oso de la Esfera que apuntaba su escopeta de combate al pecho de un Ryu Z-9; que en vez de apuntarle de vuelta, tenía como objetivo al Jian X-1 de su propio ejército, quién a su vez apuntaba su pistola de choque de vuelta al meka enemigo: El Oso de la Esfera. Frustrada y molesta por habérsele hecho tan difícil atrapar a su presa original – el Ryu Z-9 –, la Gata sentía deseos de asesinar a todo lo que se encontrara frente a ella. Pero la situación actual apremiaba sobre sus instintos, reprimiéndose con mayor fuerza cada vez para no apretar el gatillo, tomar su hacha de combate y partir en dos a ambos insolentes. Cada vez la presión se hacía más grande, la necesidad más fuerte. Ya con un dolor que parecía partirle la cabeza, y sudando dentro de la calurosa cabina de su Oso, por un segundo la Gata perdió el conocimiento: un instante en el que la vista de ambos mekas enemigos cambió por una extraña aura que más que asustarla la calmó, le recordó algo que había olvidado hacía mucho tiempo y que realmente no sabía definir.

Por ese instante no tuvo que discutir consigo misma, no había deseo o amarre, y sintió una paz que evocaba esos extraños y cortos momentos que la memoria guarda de los primeros años de nuestra existencia.

Cuando abrió los ojos de nuevo, la Gata sintió pánico; por fracciones de segundo buscó en sus paneles las figuras de sus enemigos y el temor de la muerte le erizó la nuca, le revolvió el estómago, y un vacío primigenio le infundió terror.

Pero sus enemigos se encontraban inmóviles frente a ella, habían bajado sus armas y abierto sus cabinas, al parecer esperando a que ella volviera de su extraño trance. Desconcertada, no pudo volver a apuntar su escopeta o recoger la inmensa hacha de combate que yacía a sólo unos metros de ella y con la que había vencido a infinidad de oponentes mucho mejor preparados que este par de tontos con sus armas abajo y sus cabinas abiertas.

Pero no pudo.

Curiosidad, agradecimiento y otro sentimiento que no lograba definir la llevaron a hacer todo lo contrario de lo que hubiera hecho segundos antes: bajó su escopeta abrió sus canales de comunicación. Algo se traían estos dos y ella quería saber qué era.

Por su monitor vio cómo uno de ellos volvía a su cabina. En su comunicador vio cómo la transmisión se abría entre ambos mekas, y cómo empezaba a llegar un mensaje del piloto del Régimen.

Entonces oyó un sonido que conocía demasiado bien, una ráfaga de luz cruzó el espacio entre ella y el Ryu. “¡NOOOO!” gritó la Gata sola dentro de su cabina, retumbando el eco en sus propios oídos, viendo cómo la explosión del rifle Gauss de su hermano – Zamuro – impactaba al meka frente a ella, tumbándolo al suelo y – según su experiencia con los disparos de rifle Gauss de su hermano – probablemente convirtiendo a su piloto en una pulpa amorfa de carne y circuitos.

viernes, 18 de abril de 2008

FanArt!


Mekawing tiene su primer FanArt!, gracias JJ por este excelente diseño basado en la ilustración de Enrique Chávez para presentar a uno de nuestros bocetos para el Meka Tigre.

Pronto Más noticias,

KX.