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domingo, 29 de abril de 2007

[6] Cabeza de Playa - Esfera Energética: Julio Ernesto "el Abuelo" Sandoval

Poco se habla de los tiempos antes del Éxodo. Ningún libro de texto de educación básica de ninguna Corponación menciona realmente que pasó entre la última Guerra Corporativa y el momento en el que el último transporte orbital despegó, o el último cordón de los elevadores espaciales fue cortado. Todos asumimos que fue un momento de paz y regocijo, habiendo conseguido un nuevo hogar en las estrellas en medio de nuestros hermanos que nos recibían con los brazos abiertos.

Mis pesadillas dicen otra cosa.

Mis recuerdos son los de un niño que ha vivido demasiado tiempo, un niño que vio los gritos de miles de personas rogando por un puesto en aquel transporte orbital atiborrado de gente en la que se perdía el límite entre un cuerpo y otro y donde el calor era insoportable, terminando el viaje de muchos antes de que empezara. Mis recuerdos son de soldados armados atacando a primos, sobrinos, padres y hermanos con el fin de cumplir órdenes y asegurar el despegue del transporte. Mis recuerdos son horribles pesadillas que cada noche desearía que sólo fuesen producto de mi imaginación.

He vuelto a la Tierra. Mis pesadillas son cada vez más intensas y el recuerdo de los sonidos de los sistemas de auto-defensa de las ciudades que inesperadamente se volteaban sobre sus propios habitantes luego de que sus gobernantes dieran la orden de “deshacerse” de lo que no fuera “importante” suenan cada vez más fuerte. Mi pesadilla siempre termina en el mismo punto: la puerta se cierra cercenando los brazos de miles de personas apiñadas al otro lado haciendo un último intento de salvar sus vidas del desastre ecológico que nosotros mismos habíamos creado; y mas que una luz, o un sentido de paz que asumimos dado el silencio educativo de la Esfera, siento una gran pena, un vació, una gran vergüenza.

Hoy en patrulla con los Hovertanques entré en los bordes de una de esas grandes metrópolis creadas antes del Éxodo. Una enorme fortaleza que protegía a sus habitantes de los embates del clima: tornados, lluvias torrenciales, y ondas de calor y frío que azotaron al planeta en los últimos veinte años de civilización humana en él. Entré a través de un enorme hoyo quebrado por lo que parecía ser un terremoto y pulido finamente por décadas de aguas torrenciales y viento huracanados; allí me paralicé por un segundo – incluso con todos mis años de experiencia en combate – al ver una de las torres del sistema de auto-defensa que inexplicablemente todavía rastreaba mis pasos y que incesantemente hacía sonar el martillo de su cañón sin municiones como saludándome luego de casi un siglo de soledad en la que miles de cadáveres de “nadies” lo rodeaban, “nadies” eran los millones de personas que las Corponaciones habían “liberado” y las cuales no habían tenido la suerte de abordar un transporte orbital o subir en un elevador espacial.

“Nadie”, había quedado en la Tierra.

Allí estuve parado unos minutos, los pilotos de los Hovertanques no se acercaron ya que no entendían que significaba todo ello que estaba ante mí. Luego de mi triste contemplación, de mi enfrentamiento con mis pesadillas, tomé mi escopeta de Asalto y con un disparo de perdigones sólidos a la torreta comencé mi venganza...

martes, 24 de abril de 2007

[5] Cabeza de Playa – Esfera Energética: Alejandro "el Zamuro" Reyes

“¡Zamuro!”, gritaba la Gata desde el otro lado del campamento mientras discutía con los pilotos de los Hovertanques, recién llegados al campamento.

Alejandro estaba perdido en el espacio, veía alrededor del campamento y parecía contar, no, más bien parecía evaluar todo lo que ahí había. Punto de origen, costo, mantenimiento, costo de oportunidad y miles de otros factores que normalmente los pilotos dan por sentado al montarse en sus mekas.

“¡Zamuro!”, seguía gritando la Gata mientras al Hovertanque junto a ella despegar del suelo levantando una nube de tierra árida que hizo que la Gata se apartara del vehículo y se cubriera la cara, su larga cabellera negra ondeando en medio de la tormenta de arena.

¿Cuántos oficiales se habían sobornado para traer ese tanque de combustible?, ¿cuánto se pagó bajo cuerda para que se aprobara el transporte de esa munición?, ¿quién aprobó incluir a Sandoval en el equipo?, ¿por qué tanto problema?

“¡¡¡ZAMURO!!!” apenas se oía el grito de la Gata en medio de la tormenta de arena levantada por el Hovertanque. La Gata corría hacia Zamuro mientras el Hovertanque se alineaba y cargaba en su recámara una munición del Revólver Magnum Veritas con el que estaba equipado: un enorme cañón que disparaba una munición que mas que penetrar armadura, tumbaba a su objetivo la mayor parte del tiempo, dejándolo inútil el tiempo suficiente para acabarlo o huir.

Esta Tierra, sólo un árido basurero desierto, sólo hay arena, y calor, y un horizonte maldito que no termina nunca...

“¡¡¡ZAMURO!!!” gritaba desesperadamente la Gata mientras corría frenéticamente hacia Zamuro haciendo gestos de que se apartara del camino. Mientras, el Hovertanque ya había cargado en la recámara la munición y se perfilaba a dispararle a un gigantesco modelo de práctica de un Jian del Régimen, quienes se esperaba fueran la oposición más probable dado lo cercano de su campamento.

El horizonte, maldito horizonte, aquí no hay nada...

“¡ESO ES!” gritó Zamuro, mostrando en su cara la satisfacción de haber encontrado eso que explicaba todas sus dudas, eso que le permitía formular el plan que tanto buscaba de cómo sacarle provecho a este “castigo”. Pero esta felicidad quedó silenciada por el disparo del Magnum Veritas del Hovetanque que a pocos metros detrás de él acertaba al modelo de Jian el cual se destrozaba en miles de pedazos; ninguno hiriendo a Zamuro que parecía protegido por un aura de triunfo.

La Gata llegó junto a él y al tratar de golpearlo por la rabia de que no contestara su advertencia, que irresponsablemente se interpusiera en medio de la explosión, él simplemente la evadió, tomó su brazo y con una rápida llave la hizo acercarse a él diciéndole al oído: “Ya tengo un plan”.

La Gata sonrió...

martes, 17 de abril de 2007

[4] Cabeza de Playa – Régimen de la Colmena: Ryu Koyashi

“Y el ganador es....”, se oía por el altoparlante de una arena gigantesca donde cabían unas seis cuadras de cualquier metrópoli urbana del siglo XXI, completa con rascacielos, subterráneos y cañerías. Esta mini-metrópoli era reconstruida ritualmente cada semana gracias a miles de millones de nanitos que restablecían el estado inicial de la ciudad como si nunca hubiese pasado nada en menos de diez horas, a menos que los oficiales de la liga decidieran algún cambio en la estructura de la Zona de Batalla.

“¡¡¡RYUUUUUU KOYAAASHI!!!”, decía el presentador a través de decenas de monitores virtuales flotantes, vestido de traje y con guantes blancos en sus manos con las que señalaba al pequeño Meka, casi destruido, sin un brazo y humeando que se paraba sobre el bulto inerte del torso del meka de su oponente, semi-hundido en el pavimento y goteando la espuma de seguridad luego de que los sistemas de seguridad contra impactos se activarán por la caida de quince pisos en la que Ryu Koyashi, piloto vencedor de la contienda, lo lanzara justo después de esquivar “milagrosamente” su embestida.

Ryu nunca oyó al presentador, sus oídos tronaban con un timbre ensordecedor mientras todas las alarmas del Meka sonaban simultáneamente, sólo reaccionó presionando el botón de eyección, que lo lanzó despedido hacia el destruido concreto de la mini-metrópoli. Allí, aún más pequeño, veía como miles, millones de personas a su alrededor se alzaban aplaudiendo su victoria en medio de una nubes de cam-pods que grababan cada segundo de la contienda final del Campeonato de Guerras de Robots de esa temporada.

Ryu logró reponerse, parándose mientras oía a las sirenas que se acercaban; poniéndose en pié se acercó al torso mutilado y destrozado del Meka de su rival. Trastabillando, Ryu buscó con desesperación a su enemigo a quien oyó gritando durante los interminables segundos que duró su caída, oyéndolo incluso dentro de su cápsula de control herméticamente sellada y protegida, entre otras cosas, del ruido; oyéndolo incluso con todas las frecuencias de radio cerradas; oyéndolo incluso con los ojos apretados y sus manos tapándose los oídos con toda su fuerza.

Ryu caminaba alrededor del torso del Meka de su oponente, las sirenas sonaban en la distancia.

De repente, el piso bajo sus pies cedió y Ryu cayó junto a toda la chatarra a su alrededor hacia los niveles subterráneos de la arena; donde hay desde líneas de trenes hasta pozos inmensos de agua con minas y animales mecánicos que son parte de varios de los escenarios durante el Campeonato. Ryu cayó por segundos, minutos u horas – nunca lo supo – pero cuando despertó estaba frente a él la cápsula de control del Meka de su oponente, abierta como un huevo partido, hundido en una obscuridad profunda que parecía oponerse a ser invadida por la luz.

Las sirenas seguían sonando.

Ryu volvió a ponerse de pie, esta vez en el claroscuro de la luz que se filtraba a través del recién creado cráter. A la distancia, las sirenas seguían sonando, pero mientras se acercaba a la cápsula sentía como estas empezaban a sonar más fuerte, “¿se estarán acercando?” se preguntó, pero sin hacer nada al respecto siguió caminando hacia la cápsula.

Las sirenas se oían cada vez más cerca, incluso por un segundo pensó que oía de nuevo los gritos de su oponente; cada vez más cerca, cada vez más fuerte, cada vez más los gritos que no quería oír.

Ya al borde de de la cápsula el grito era insoportable, Ryu se apoyaba del cascarón con una mano mientras se tapaba uno de sus oídos con la otra, el cual sangraba cada vez más. Con mucho esfuerzo logró escalar por encima de la cápsula: ensangrentado y casi loco por el aturdimiento de los gritos Ryu por fin vio por encima de la cápsula…

Ryu despertó con un grito en su tienda de campaña, sudando se paró de su camilla y se levantó a buscar un poco de agua. Sin darse cuenta - agitado y tembloroso - salió al campo semi-tóxico y árido de la Tierra; Tierra que pisaba por primera vez en su vida, Tierra que le mostraba por primera vez un horizonte inalcanzable.

En medio de la contemplación, dado que el Sol tímidamente empezaba a asomarse en aquella planicie árida en la cual sólo se veía la silueta de las ruinas de una metrópoli humana del siglo XXI, Ryu poco a poco se tranquilizó, dejó de sudar, dejó de temblar; fue entonces que oyó, más bien sintió, su voz por primera vez:

“Hola Ryu, bienvenido a casa”.

viernes, 13 de abril de 2007

lunes, 9 de abril de 2007

lunes, 2 de abril de 2007

[3] Cabeza de Playa – Confederación Tecnocrática: Sif

El sonido del azote de una puerta se oyó al final de un enorme corredor iluminado brillantemente por la luz del Sol que - a esa hora y en la posición actual de la colonia espacial respecto a la órbita de Europa - entraba como chorros a través de las ventanas arcadas, como si algún Dios del Sol de algún antiguo mito terrestre hubiera puesto su fiera mirada sobre los mortales que han hecho de su vida el negarlo e, inconscientemente, convertirse en él a través de la Razón. Este corredor, de mármol blanco y de arcadas antiguas, terminaba en una doble puerta de Onyx que se movía ágilmente gracias a la baja gravedad de la colonia espacial; de estas puertas, la investigadora Tecnócrata conocida como Sif no había salido bien librada de su última reunión con el Consejo de Revisión.

"No cumple con los requisitos mínimos”, fue todo lo que dijo Wotan mientras la miraba con su único ojo. Su proyecto de análisis de los recientes cambios atmosféricos en la Tierra había sido rechazado por el conjunto de Regentes del Consejo. Sif recordaba la cara de Loki - obviamente burlona - cuando Wotan daba su veredicto.

Sif estaba molesta, todo el trabajo de recolección de datos de la Tierra de los últimos cinco años daba indicaciones de que algo, algo no natural, pareciera estar curando a la tierra; algo inaudito luego de la condición en la que quedó el planeta justo antes del Éxodo.

"¡Tengo razón y se los voy a probar!" gritó para sus adentros mientras se conectaba con su holoproyector portátil de muñeca con su Legionarii, uno de los Mekas que el Consejo Académico asigna a todo investigador de rango Asociado o superior, quien debe no sólo aportar nuevo conocimiento a la Confederación, sino probarlo en el campo de batalla defendiendo sus recursos. Con un par de gestos Sif ha ordenado el re-abastecimiento del Legionarii con suficiente energía y provisiones para su expedición mientras bajaba por un magnífico elevador que, gracias a moduladores gravitacionales, descendía suavemente a través de un tubo de cristal que corre en el exterior del Laboratorio Principal: un enorme edificio blanco que mantiene a la Razón aislada de la naturaleza autóctona de la órbita de Europa. Esta magnífica naturaleza, terraformada con extrañas y maravillosas divergencias del objetivo inicial de los genetistas que iniciaron el proyecto es totalmente ignorada por Sif, quien sólo planificaba el cómo lograría salir del Valhalla y cómo sobrevivir en la “expedición extendida” que impetuosamente había decidido llevar a cabo a Midgard, la Tierra.

“No puedes ir sola”, le interrumpió un mensaje de Loki por su comunicador virtual; “no sólo es un suicidio, sino que mataría tu línea de investigación por décadas”. Su burla se hacía sentir incluso en las letras del mensaje que le enviaba a través del comunicador. “No me interesa”, respondió molesta a la intromisión de Loki, “no es tu problema”, dijo mientras cerraba el comunicador y abordaba su flotador gravitacional que la llevaría a través de los magníficos y verdes campos de Valhalla hacia los industriales y metálicos hangares del puerto espacial.

“Digamos que logro que lo consideren una reparación y recalibración de equipo in situ” decía el mensaje que – a través de algún truco informático – logró reactivar su comunicador. “Déjame en paz”, respondió Sif no sólo desconectando el comunicador, sino removiendo su batería y tirándolo al lado del camino que poco a poco se pasaba de los verdes bosques y jardines-laberintos a los paneles metálicos de los depósitos y talleres del puerto espacial.

Sif logró tranquilidad por los minutos que tardó su flotador en llevarla al hangar de su Legionarii, sólo para conseguir a una figura parada frente a él que en otra ocasión hubiera sido de gran alegría ver.

“Explícame de nuevo el por qué de esta locura”, dijo él intentando no juzgar el arranque emocional de Sif. “Algo pasa en Midgard, algo que no es normal, algo que pareciera que quieren ocultar”, respondió ella mientras apartaba al enorme guerrero de la puerta del hangar; una vez adentro este la siguió pensativo.

“Cuervo nos ha estado dando información de que la Esfera y el Régimen están estableciendo bases en la zona donde has estado analizando los datos de cambios atmosféricos. También me interesa saber qué es lo que sucede allá abajo” dijo él seriamente mientras Sif programaba los códigos que le permitirían lanzar su meka del puerto espacial.

Sif se volteó, sorprendida, y sonriendo le respondió “No busco asistentes; pero un amigo siempre es bienvenido”.

En ese momento, la pantalla principal del panel de control iluminó a ambos Tecnócratas y un mensaje en el sistema de sonido dejó oír a la voz de Loki decir: “Que bella demostración de amistad Balder, pero sin mí ninguno de sus mekas podrán pasar a través de Jörmungandr”. Sif y Balder se vieron, sabían que pasar a través del sistema de defensa de Valhalla iba a ser difícil, pero con Loki activamente en su contra sería imposible ya que él controla a Jörmungandr a placer – una de las tantas ventajas de haber sido jefe del proyecto.

“¿Que quieres?”, respondió Balder mientras daba órdenes por su comunicador para abastecer su meka, Aegis.

“Sólo acompañarlos”, dijo Loki mientras Sif mostraba una cara de obvio disgusto a tal idea, “todos sabemos que Cuervo muestra una actividad que significa que algo importante está pasando en Midgard, yo quiero un pedazo de ese pastel, ¡y con quien mejor compartirlo que con mis viejos amigos!”.

“De acuerdo”, decidió Balder mientras Sif lo veía con cara de asombro, molesta de que Balder hablara por ella y tomara tal decisión sin preguntarle. Balder le hizo un gesto de que se tranquilizara mientras proseguía: “pero queremos códigos propios de Jörmungandr para la vuelta y todo el equipo que necesitemos”. Balder sabía que una excursión de este tipo, junto al hecho de que las otras dos facciones importantes del espacio interior ya estuvieran asentadas en la zona necesitaba de apoyo de alto nivel, algo que sólo Loki podía dar sin pasar por el burocrático Consejo de Revisión.

“Hecho”, respondió Loki mientras los sistemas del Meme y el Aegis eran cargados con la información de Jörmungandr que les permitiría pasar a través de ella sin ser detectados. Balder vio una vez más a Sif y le explicó sus razones. Sif entendió que no había otra opción y luego de que Balder fuera al hangar de su meka, ella escribió una última nota para enviarse luego de atravesar Jörmungandr:

“Amor, me voy a buscar la verdad que el Consejo se niega a revelar. No te preocupes por mí, estoy preparada para todo.

Siempre tuya,

Sif”.