Un blog con la ficción del excitante mundo de MekaWing!
Copyright César Sánchez 2006-2013

Descarga el Set Abierto 1 aquí
Descarga el Terreno Construible 1 aquí
Descarga el Terreno Construible 2 aquí

¡Síguenos en Facebook! Allí está toda la acción

martes, 17 de abril de 2007

[4] Cabeza de Playa – Régimen de la Colmena: Ryu Koyashi

“Y el ganador es....”, se oía por el altoparlante de una arena gigantesca donde cabían unas seis cuadras de cualquier metrópoli urbana del siglo XXI, completa con rascacielos, subterráneos y cañerías. Esta mini-metrópoli era reconstruida ritualmente cada semana gracias a miles de millones de nanitos que restablecían el estado inicial de la ciudad como si nunca hubiese pasado nada en menos de diez horas, a menos que los oficiales de la liga decidieran algún cambio en la estructura de la Zona de Batalla.

“¡¡¡RYUUUUUU KOYAAASHI!!!”, decía el presentador a través de decenas de monitores virtuales flotantes, vestido de traje y con guantes blancos en sus manos con las que señalaba al pequeño Meka, casi destruido, sin un brazo y humeando que se paraba sobre el bulto inerte del torso del meka de su oponente, semi-hundido en el pavimento y goteando la espuma de seguridad luego de que los sistemas de seguridad contra impactos se activarán por la caida de quince pisos en la que Ryu Koyashi, piloto vencedor de la contienda, lo lanzara justo después de esquivar “milagrosamente” su embestida.

Ryu nunca oyó al presentador, sus oídos tronaban con un timbre ensordecedor mientras todas las alarmas del Meka sonaban simultáneamente, sólo reaccionó presionando el botón de eyección, que lo lanzó despedido hacia el destruido concreto de la mini-metrópoli. Allí, aún más pequeño, veía como miles, millones de personas a su alrededor se alzaban aplaudiendo su victoria en medio de una nubes de cam-pods que grababan cada segundo de la contienda final del Campeonato de Guerras de Robots de esa temporada.

Ryu logró reponerse, parándose mientras oía a las sirenas que se acercaban; poniéndose en pié se acercó al torso mutilado y destrozado del Meka de su rival. Trastabillando, Ryu buscó con desesperación a su enemigo a quien oyó gritando durante los interminables segundos que duró su caída, oyéndolo incluso dentro de su cápsula de control herméticamente sellada y protegida, entre otras cosas, del ruido; oyéndolo incluso con todas las frecuencias de radio cerradas; oyéndolo incluso con los ojos apretados y sus manos tapándose los oídos con toda su fuerza.

Ryu caminaba alrededor del torso del Meka de su oponente, las sirenas sonaban en la distancia.

De repente, el piso bajo sus pies cedió y Ryu cayó junto a toda la chatarra a su alrededor hacia los niveles subterráneos de la arena; donde hay desde líneas de trenes hasta pozos inmensos de agua con minas y animales mecánicos que son parte de varios de los escenarios durante el Campeonato. Ryu cayó por segundos, minutos u horas – nunca lo supo – pero cuando despertó estaba frente a él la cápsula de control del Meka de su oponente, abierta como un huevo partido, hundido en una obscuridad profunda que parecía oponerse a ser invadida por la luz.

Las sirenas seguían sonando.

Ryu volvió a ponerse de pie, esta vez en el claroscuro de la luz que se filtraba a través del recién creado cráter. A la distancia, las sirenas seguían sonando, pero mientras se acercaba a la cápsula sentía como estas empezaban a sonar más fuerte, “¿se estarán acercando?” se preguntó, pero sin hacer nada al respecto siguió caminando hacia la cápsula.

Las sirenas se oían cada vez más cerca, incluso por un segundo pensó que oía de nuevo los gritos de su oponente; cada vez más cerca, cada vez más fuerte, cada vez más los gritos que no quería oír.

Ya al borde de de la cápsula el grito era insoportable, Ryu se apoyaba del cascarón con una mano mientras se tapaba uno de sus oídos con la otra, el cual sangraba cada vez más. Con mucho esfuerzo logró escalar por encima de la cápsula: ensangrentado y casi loco por el aturdimiento de los gritos Ryu por fin vio por encima de la cápsula…

Ryu despertó con un grito en su tienda de campaña, sudando se paró de su camilla y se levantó a buscar un poco de agua. Sin darse cuenta - agitado y tembloroso - salió al campo semi-tóxico y árido de la Tierra; Tierra que pisaba por primera vez en su vida, Tierra que le mostraba por primera vez un horizonte inalcanzable.

En medio de la contemplación, dado que el Sol tímidamente empezaba a asomarse en aquella planicie árida en la cual sólo se veía la silueta de las ruinas de una metrópoli humana del siglo XXI, Ryu poco a poco se tranquilizó, dejó de sudar, dejó de temblar; fue entonces que oyó, más bien sintió, su voz por primera vez:

“Hola Ryu, bienvenido a casa”.

No hay comentarios: