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miércoles, 28 de febrero de 2007

[2] Cabeza de Playa – Esfera Energética: Isabel "la Gata" Reyes

Bajo un sol ardiente que hacía ver a los tres enormes transportes espaciales como espejismos mientras el aire caliente se levanta del suelo, expandiéndose y distorsionando la visión, estos ya habían abierto sus compuertas frontales, dejando sus narices arriba en el aire mientras dejaban ver tres camiones pesados cargando un Meka clase Oso y dos tipo Tigre conectados a toda clase de cables de poder, tiras de munición y cables de datos que los abastecían y los preparaban para el combate. Mientras tanto, el generador que alimentaba de energía al conjunto de tiendas de campaña - inmensos igloos blancos como ampollas que salían de la piel rojiza del desierto - no dejaba de emitir un pito agudo ensordecedor y llenaba de humo el ambiente con un molesto aroma a cenizas; algo encantador bajo un desierto sin viento que los rayos ultravioleta habían creado luego de la “muerte” de la capa de ozono.

“Odio este sitio”, dijo un desgarbado soldado sentado en la capota de un vehículo ligero de reconocimiento mientras prendía un cigarro, “incluso si puedo fumar lo que quiera”. Frase que concluyó inhalando fuertemente de su cigarro y viendo hacia el horizonte mientras mantenía el humo del cigarrillo en sus pulmones.

"Y yo lo amo”, respondió sarcásticamente una esbelta mujer que a se sentaba a su lado en el capote del vehículo, visiblemente incómoda; “¿por qué tenías que meterte con la hija del Ministro?”, ya enfureciéndose, “ahora nos toca cuidar a estos niños exploradores”.

Los “niños exploradores” eran un grupo de no menos de cincuenta científicos de reconocimiento táctico que preparaban el campamento en ese mismo instante levantando tiendas de campaña, instalando filtros de ambientación interna, revisando los medidores de fluctuaciones atmosféricas y preparando el material de defensa que se encontraba en aquellos camiones. Mientras tanto los hermanos discutían su suerte sentados sobre el vehículo de reconocimiento, al lado de un contenedor cuyo código de barras leía algo así como “protectoras de asientos de letrina”, muy apropiado para su estado de ánimo actual.

"No molestes, al menos va a estar tranquilo por acá”, dijo él luego de dejar salir poco a poco el humo de sus pulmones, bocanada que se unía al humo del generador que no dejaba de emitir ese pito molesto que tronaba en sus oídos.

“No creo, ya la Colmena y la Confederación están desplegando campamentos”, respondió ella mientras volteaba frenéticamente tratando de encontrar el origen del pito que parecía venir de todas partes, algo que dejaba ver la horrible cicatriz que alguna pelea anterior dejara en su cara.
El pito en cuestión, cuyo agudo tono parecía venir de todas partes, provenía de un enorme e ineficiente generador sucio de hidro-electrogénesis del cual salía una tubería enorme que tomaba agua pútrida de un pozo cercano la cual convertía en hidrógeno y luego en energía para el campamento. El resto lo echaba de nuevo al pozo despidiendo humo y un olor nauseabundo que penetraba hasta las máscaras de gas de más alto grado.

“Gata”, dijo él mientras se bajaba del vehículo, viendo el horizonte más allá de la nube de humo, el calor, el olor nauseabundo y el pito del generador; “allá afuera hay algo, y si jugamos bien podemos tenerlo para nosotros”.

“Eso lo sé Zamuro”, respondió ella, “pero primero hay que solucionar un par de problemas”; algo que dijo mientras tomaba el rifle que colgaba del asiento del vehículo y disparo a ciegas una sola vez hacia el campamento.

La energía del campamento no se pudo restablecer completamente hasta dos días después, luego de que llegaran nuevos transportes, pero mientras el silencio fue total mientras reparaban el generador.

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